lunes, 29 de abril de 2013

295.- ¿Qué es la conciencia?


295.- ¿Qué es la conciencia?

L
a conciencia es la voz interior en el hombre, que le exige hacer el bien y evitar el mal. Es, a la vez, la capacidad de poder diferenciar el uno del otro. En la conciencia, que es testigo de la Verdad, Dios habla al hombre. [1776-1779]

La conciencia es comparada con una voz interior en la que Dios mismo se muestra dentro del hombre. Es Dios quien se hace perceptible en la conciencia. Cuando decimos: «Esto no puedo conciliarlo con mi conciencia», para un cristiano quiere decir: «Esto no lo puedo hacer en presencia de mi Creador». Por fidelidad a su conciencia muchas personas han ido a la cárcel y han sido ejecutadas.


La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Concilio Vaticano II, 65 

lunes, 22 de abril de 2013

294.- ¿Es pecador quien experimenta en sí mismo pasiones fuertes?


294.- ¿Es pecador quien experimenta en sí mismo pasiones fuertes?

No, las pasiones pueden ser muy valiosas. Sólo por una mala orientación, las pasiones, que están pensadas para la realización vigorosa del bien, se convierten en colaboradoras del mal. [1767-1770, 1773-1775]

Las pasiones que se orientan al bien se convierten en virtudes por medio del discernimiento de la razón. Son entonces las propulsoras de una vida de lucha en pro del amor y la justicia. Las pasiones que dominan al hombre, oscureciendo la luz de la razón, y le privan de su libertad y le empujan al mal se llaman vicios. 

293.- ¿Para qué nos ha dado Dios las pasiones?


293.- ¿Para qué nos ha dado Dios las pasiones?

Las pasiones existen para que, por medio de emociones fuertes y percepciones claras de lo justo seamos atraídos hacia el bien y rechacemos el mal. [1762-1766, 1771-1772]

Dios
ha hecho al hombre de tal modo que pueda amar y odiar, desear algo o despreciarlo, ser atraído por algunas cosas y tener miedo ante otras, que esté lleno de alegría, de tristeza o de ira. En el fondo de su corazón el hombre siempre ama el bien y odia el mal, o lo que considera como tal. 

292.- ¿Se puede hacer algo malo para que de ello se derive algo bueno?


292.-  ¿Se puede hacer algo malo para que de ello se derive algo bueno?

No, nunca se puede hacer algo malo o aceptar el mal para que de ello resulte algo bueno. A veces no nos queda más remedio que aceptar el mal menor para evitar un mal mayor. [1755-1756, 1759-1761]

El fin no justifica los medios. Es erróneo utilizar embriones para la investigación con células madre, incluso si con ello se pudieran alcanzar logros radicales en la medicina. Es erróneo pretender «ayudar» a la víctima de una violación con el aborto del niño.


Si un hombre quiere en verdad el bien, entonces debe querer hacer todo por el bien o querer sufrir todo por el bien. Soren Kierkegaard (Filósofo danés).

291.- ¿Cómo puede un hombre distinguir si sus actos son buenos o son malos?

El hombre está en condiciones de distinguir las acciones buenas de las malas ejercitando su inteligencia y siguiendo la voz de su conciencia. [1749-1754, 1757-1758]

Para poder distinguir mejor las acciones buenas de las malas existen las siguientes directrices:

1. Lo que hago debe ser bueno; no es suficiente con una buena intención. Atracar un banco es siempre malo, aunque se cometa el atraco con la buena intención de dar el dinero a gente pobre.

2. Aunque la acción sea realmente buena, la mala intención con la que llevo a cabo el bien convierte en mala toda la acción. Si acompaño a una señora mayor y la ayudo a entrar en su casa, lo que hago es una buena acción. Pero si lo hago únicamente para preparar un futuro robo, toda la acción se convierte en un acto malo.

3. Las circunstancias bajo las que actúa una persona pueden disminuir la responsabilidad, pero no cambian nada del carácter bueno o malo de una acción.

En este mundo, tan lleno de libertades ficticias que destruyen el ambiente y al hombre, con la tuerza del Espíritu Santo queremos aprender juntos la libertad verdadera; construir escuelas de libertad; demostrar a los demás, con la vida, que somos libres y que es muy hermoso ser realmente libres con la verdadera libertad de los hijos de Dios. BENEDICTO XVI, Vigilia de Pentecostés 2006 

290.- ¿Cómo nos ayuda Dios a llegar a ser hombres libres?


290.- ¿Cómo nos ayuda Dios a llegar a ser hombres libres?

Cristo quiere que nosotros, «liberados para la libertad» (Gál 5,1), seamos capaces de amar fraternalmente. Por eso nos da el Espíritu Santo, que nos hace libres e independientes de los poderes de este mundo, y nos fortalece para una vida de amor y de responsabilidad. [1739-1742, 1748]

Cuanto más pecamos, tanto más pensamos sólo en nosotros mismos, tanto peor podemos desarrollarnos libremente. En el pecado nos volvemos además inútiles para hacer el bien y vivir el amor. El Espíritu Santo, que ha sido derramado en nuestros corazones, nos concede un corazón lleno de amor a Dios ya los hombres. Percibimos al Espíritu Santo como el poder que nos conduce a la libertad interior, que nos abre al amor y que nos hace instrumentos cada vez mejores para el bien y el amor.



Pues no habéis recibido un  espíritu de esclavitud para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «;Abbá, Padre!». Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Rom 8, 15-16

289.- ¿Hay que dejara al hombre actuar según su voluntad aunque se decida por el mal?


289.- ¿Hay que dejara al hombre actuar según su voluntad aunque se decida por el mal?

El
ejercicio de la libertad es un derecho original de la dignidad humana; la libertad del individuo sólo puede ser limitada por las leyes civiles cuando mediante el ejercicio de su libertad lesione la dignidad y la libertad de los demás. [1738, 1740]

La libertad no sería tal libertad si no incluyera la libertad de elegir también lo equivocado. Se atentaría contra la dignidad de una persona si no se respetara su libertad. Una de las tareas centrales del Estado es proteger los derechos de libertad de todos sus ciudadanos (libertad de religión, de reunión y asociación, de opinión, de ejercicio profesional, etc.). La libertad de cada uno es el límite para la libertad del otro.




“El bondadoso es libre, aunque sea un esclavo; el malvado es un esclavo, aunque sea un rey”. San Agustín.

Los mártires de la Iglesia primitiva murieron por su fe en el Dios que se había revelado en Jesucristo, y precisamente así murieron también por la libertad de conciencia y por la libertad de profesar la propia fe, una profesión que ningún Estado puede imponer, sino que sólo puede hacerse propia con la gracia de Dios, en libertad de conciencia. Una Iglesia misionera, consciente de que tiene el deber de anunciar su mensaje a todos los pueblos, debe comprometerse necesariamente en favor de la libertad de la fe. Benedicto XVI - 22.12. 2005

288.- ¿Es responsable el hombre de todo lo que hace?


288.- ¿Es responsable el hombre de todo lo que hace?

El hombre es responsable de todo lo que hace conscientemente y por propia voluntad. [1734-1737, 1745-1746]

No se puede hacer a nadie (plenamente) responsable de algo que ha hecho a la fuerza, por miedo, ignorancia, bajo la influencia de drogas o por la fuerza de malas costumbres. Cuanto más sabe un hombre del bien y más se entrena en la práctica del mismo, tanto más se aleja de la esclavitud del pecado (Rom 6,17; 1 Cor 7,22). Dios sueña con este tipo de personas libres, que pueden asumir la responsabilidad de sí mismos, de su entorno y de toda la tierra. Pero el amor misericordioso de Dios también pertenece a quienes no son libres; todos los días les brinda la posibilidad de dejarse liberar para ser libres. 

287.- ¿No consiste precisamente la «libertad» en poder decidirse también por el mal?


287.- ¿No consiste precisamente la «libertad» en poder decidirse también por el mal?

El mal sólo es aparentemente digno de interés y decidirse por el mal sólo hace libre en apariencia. El mal no da la felicidad, sino que nos priva del verdadero bien; nos ata a algo carente de valor y al final destruye toda nuestra libertad. [1730-1733, 1743-1744]

Esto lo vemos en la adicción. En ella un hombre vende su libertad a cambio de algo que le parece bueno. En realidad se convierte en esclavo. El hombre es perfectamente libre cuando dice siempre sí al bien; cuando ninguna adicción, ninguna costumbre, le impiden elegir y hacer lo que es justo y bueno. La decisión por el bien es siempre mi decisión orientada a Dios.

286.- ¿Qué es la libertad y para qué sirve?


286.- ¿Qué es la libertad y para qué sirve?

La libertad es el poder que Dios nos ha regalado para poder actuar por nosotros mismos; quien es libre ya no actúa determinado por otro. [1730-1733, 1743-1744]

Dios nos ha creado como seres libres y quiere nuestra libertad para que podamos optar de corazón por el bien, también por el supremo «bien», es decir, Dios. Cuanto más hacemos el bien tanto más libres nos volvemos. 

viernes, 12 de abril de 2013

285.- ¿Qué es la bienaventuranza eterna?


285.- ¿Qué es la bienaventuranza eterna?

La bienaventuranza eterna es contemplar a Dios y ser introducido en la bienaventuranza de Dios. [1720-1724, 1729]

En Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo hay vida, alegría y comunión sin fin. Ser introducido allí será una felicidad inconcebible e ilimitada para nosotros los hombres. Esta felicidad es puro don de la gracia de Dios, porque nosotros los hombres no podemos ni producirla por nosotros mismos ni captarla en su grandeza. Dios quiere que nosotros optemos por nuestra felicidad; libremente debemos elegir a Dios, amarle sobre todas las cosas, hacer el bien y evitar el mal con todas nuestras fuerzas. 

284.- ¿Por qué son tan importantes las bienaventuranzas?


284.- ¿Por qué son tan importantes las bienaventuranzas?

Quien anhela el reino de Dios tiene en cuenta la lista de prioridades de Jesús: las bienaventuranzas. [1716-1717, 1725-1726]

Comenzando por Abraham, Dios ha hecho promesas a su pueblo. Jesús las retoma, amplía su validez hasta el cielo y las convierte en su propio programa de vida: el Hijo de Dios se hace pobre para compartir nuestra pobreza, se alegra con los que están alegres y llora con los que lloran (Rom 12,15); no recurre a la violencia, sino que ofrece la otra mejilla (Mt 5,39); tiene misericordia, siembra la paz y con ello muestra el camino más seguro hacia el cielo.



Dios quiere que seamos felices. Pero ¿dónde está la fuente de esta esperanza? Está en la comunión con Dios, que vive en el fondo del alma de cada persona. Hermano Roger Schutz

El hombre que se abandona totalmente en manos de Dios no se convierte en una marioneta de Dios, en una persona aburrida y conformista; no pierde su libertad. Sólo el hombre que confía plenamente en Dios encuentra la verdadera libertad, la gran amplitud creadora de la libertad para el bien. El hombre que se dirige a Dios no se hace más pequeño, sino más grande, pues gracias a Dios y juntamente con él se hace grande, divino, llega a ser verdaderamente él mismo. Benedicto XVI, 08.12.2005