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¿Por qué no son buenos todos los métodos de regulación de la fecundidad?
Como
métodos de regulación consciente de la fecundidad la Iglesia remite a los
métodos perfeccionados de la auto-observación y de la Planificación familiar
natural (PFN/RNF = regulación natural de la fecundidad). Corresponden a la dignidad
del varón y la mujer; respetan las leyes internas del cuerpo femenino; exigen
ternura y unas relaciones recíprocas respetuosas y son por ello una escuela del
amor. [2370-2372, 2399]
No es indiferente que un
matrimonio recurra a la anticoncepción o que aproveche el ciclo de los días
fértiles de la mujer para regular responsablemente, es decir, generosamente la
fecundidad. En el primer caso, distorsiona la naturaleza propia de la relación
íntima conyugal haciéndola intencionadamente infecunda; en el segundo caso,
respeta la integridad de esa relación íntima personal. La Iglesia rechaza la anticoncepción
-realizada por medios químicos (la «píldora»), mecánicos (el preservativo),
quirúrgicos (la esterilización) y otros (la interrupción del acto)- no tanto
por su carácter «artificial», cuanto porque falsifica la relación personal
conyugal privándola de su significado natural propio (ser fecunda). La
mentalidad anticonceptiva, que implica una voluntad a ultranza de impedir la
fecundidad, puede también afectar al uso de los «métodos naturales», que
entonces también sería ilegítimo. Pero cuando recurre a los mencionados «métodos
artificiales» la mentalidad anticonceptiva tampoco se detiene ante los daños
que causan a la salud de la mujer, ni ante el carácter abortivo de algunos de
ellos (la espiral o la «píldora del día después»), ni ante los diversos
trastornos que ocasionan a la vida conyugal.
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