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¿Por qué el Antiguo Testamento prohíbe las imágenes de Dios y por qué los
cristianos ya no mantenemos esta prohibición?
Para
proteger el misterio de Dios y diferenciarse de las imágenes de culto de los
paganos, el primer mandamiento ordenaba: «No te fabricarás ídolos ni figura
alguna» (Éx 20,4). Pero, puesto que Dios se ha dado a sí mismo un rostro humano
en Jesucristo, la prohibición de imágenes quedó superada en el cristianismo. En
la Iglesia de Oriente los Iconos son considerados incluso sagrados.
[2129-2132,2141]
El conocimiento de los
padres de Israel de que Dios lo supera todo (Trascendencia) y de que es mucho
mayor que cualquier cosa del mundo, pervive actualmente, tanto en el judaísmo
como en el Islam, donde al igual que antes no puede existir ninguna imagen de
Dios. En el cristianismo se relajó la prohibición de las imágenes a partir del
siglo IV en consideración a Cristo y se suprimió en el segundo Concilio de Nicea
(año 787). Mediante su encarnación Dios ya no es el absolutamente inimaginable;
desde Jesús podemos tener una imagen de su esencia: «Quien me ha visto a mí, ha
visto al Padre» (Jn 14,9).
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