383.-
¿Por qué no es aceptable el aborto en ninguna fase del desarrollo del embrión?
La
vida donada por Dios es propiedad directa de Dios; es sagrada desde el primer
momento y escapa a toda intervención humana. «Antes de formarte en el vientre,
te elegí; antes de que salieses del seno materno, te consagré» (Jer 1,5).
[2270-2274, 2322]
Sólo Dios es señor de la
vida y de la muerte. Ni siquiera «mi» vida me pertenece en exclusiva. Todo niño
tiene derecho a la vida desde su concepción. Desde el principio el ser humano
que va a nacer es una persona independiente, cuyo ámbito de derechos no puede
ser invadido por nadie externo a él, ni el Estado, ni un médico, ni siquiera su
madre. La claridad de la Iglesia en este punto no es ausencia de misericordia;
más bien quiere señalar el daño irreparable que se causa al niño inocente a
quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad. Proteger la vida humana
inocente es uno de los deberes más nobles del Estado. Si el Estado se sustrae a
esta obligación, socava él mismo los cimientos del Estado de derecho.
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