jueves, 27 de septiembre de 2012

257.- ¿Es un desprecio a las mujeres el hecho de que sólo los varones puedan recibir el sacramento del Orden?


257.- ¿Es un desprecio a las mujeres el hecho de que sólo los varones puedan recibir el sacramento del Orden?

L
a decisión de que sólo los varones puedan recibir el orden sagrado no es ningún desprecio a la mujer. Ante Dios, varón y mujer tienen la misma dignidad, pero diferentes tareas y carismas. Para la Iglesia es vinculante el hecho de que Jesús, al instituir el sacerdocio en la Última Cena, eligiera exclusivamente a varones. El papa beato Juan Pablo II declaró en el año 1994 que «la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».

Como ningún otro hombre de la Antigüedad, Jesús revalorizó provocativamente a las mujeres, les concedió su amistad y las tomó bajo su protección. Había mujeres entre sus seguidores y Jesús valoraba mucho su fe. Al fin y al cabo la primera testigo de la Resurrección es una mujer. Por ello María Magdalena es denominada «apóstol de los apóstoles». Sin embargo, el sacerdocio ordenado y el ministerio pastoral siempre se ha conferido sólo a varones. En el sacerdote varón la comunidad ha de encontrar representado a Jesucristo. El sacerdocio es un servicio particular que se vale del hombre también en su rol sexual de varón y padre. Pero no es ninguna forma de superioridad masculina sobre las mujeres. Las mujeres tienen una función en la Iglesia, como vemos en María, que no es menos central que la de los hombres, pero es una función femenina. Eva fue madre de todos los que viven (Gén 3,20). Como «madres de los que viven» las mujeres tienen dones y capacidades singulares. Sin su modo de enseñanza, de anuncio, de caridad, de espiritualidad y de cuidado de las almas, la Iglesia estaría «hemipléjica». Allí donde los varones utilizan su ministerio sacerdotal como instrumento de poder o no dejan entrar en juego a las mujeres con sus carismas específicos, faltan contra el amor de Cristo y contra el Espíritu Santo.

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