24.- ¿Qué tiene que ver mi fe con la Iglesia?
Nadie puede creer por sí solo, como nadie puede vivir por sí solo. Recibimos la fe de la Iglesia y la vivimos en comunión con los hombres con los que compartimos nuestra fe. [166-169, 181]
La fe es lo más personal de un hombre, pero no es un asunto privado. Quien quiera creer tiene que poder decir tanto «yo» como «nosotros», porque una fe que no se puede compartir ni comunicar sería irracional. Cada creyente da su asentimiento libre al «creemos» de la iglesia. De ella ha recibido la fe. Ella es quien la ha transmitido a través de los siglos hasta él, la ha protegido de falsificaciones y la ha hecho brillar de nuevo. La fe es por ello tomar parte en una convicción común. La fe de los otros me sostiene, así como el fuego de mi fe enciende y conforta a otros. El «yo» y el «nosotros» de la fe lo destaca la Iglesia empleando los confesiones de la fe en sus celebraciones: el credo apostólico, que comienza con «creo» (CREDO) y el credo de Nicea-Constantinopla, que en su forma original comenzaba con «creernos» (Credimus).
CREDO: (lat. credo = yo creo): la primero palabra del credo apostólico se convirtió en el nombre de las diferentes fórmulas de profesión de fe de la Iglesia, en las que se resumen de forma vinculante los contenidos esenciales de la fe.
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