11.- ¿Por qué transmitimos la fe?
Transmitimos la fe porque Jesús nos encarga: “Id pues, y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28,19). [91]
Ningún cristiano auténtico deja la transmisión de la fe sólo en manos de los especialistas (maestros, sacerdotes, misioneros). Uno es cristiano por los demás. Esto quiere decir que todo cristiano auténtico desea que Dios llegue también a los demás. “¡Se dice el Señor me necesita! Estoy bautizado, confirmado y soy responsable de que las personas de mi entorno tengan noticia de Dios y “lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4b). La madre Teresa empleaba una buena comparación: “A menudo puedes ver cables que cruzan las calles. Antes de que la corriente fluya por ellos no hay luz. El cable somos tú y yo. ¡La corriente es Dios! Tenemos el poder de dejar pasar la corriente a través de nosotros y de este modo generar la luz del mundo -JESÚS- o de negarnos a ser utilizados y de este modo permitir que se extienda la oscuridad”.
La necesidad de compartir la fe, predicar la Palabra de Dios, está representada en este clásico (de autor anónimo) de encuentros y grupos misioneros.
Alma misionera
Señor toma mi vida nueva,
antes de que la espera desgaste años en mi.
Estoy dispuesto a lo que quieras,
no importa lo que sea, tu llámame a servir.
Llévame donde los hombres
necesiten tus palabras,
necesiten mis ganas de vivir,
donde falte la esperanza
donde todo sea triste
simplemente, por no saber de Ti.
Te doy, mi corazón sincero
para gritar sin miedo lo hermoso que es tu amor.
Señor, tengo alma misionera
condúceme a la tierra que tenga sed de vos.
Y así, en marcha iré cantando,
por pueblos predicando, tu grandeza Señor.
Tendré, mis manos sin cansancio,
tu historia entre mis labios, tu fuerza en la oración.
Aquí, la canción en dos versiones. Primero por la Hermana Glenda y, a continuación, por Daniel Poli.
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