El YOUCAT busca acercar a los jóvenes a la fe cristiana, presentando su contenido desde un lenguaje renovado.
Dividido en cuatro partes, el texto incluye 527 preguntas y respuestas que buscan dar razón de la esperanza cristiana.
Desde este blog acompañamos la publicación sumando comentarios, canciones, videos y otros recursos que permitan a los jóvenes familiarizarse con la propuesta, siempre joven, de Jesús.
Las exequias cristianas son un servicio de la
comunidad a sus difuntos. Acogen el duelo de los parientes del difunto, pero
son portadores siempre de las señales de la Pascua. Al fin y al cabo morimos en
Cristo para celebrar con él la fiesta de la Resurrección. [1686-1690]
Seguir contemplando y orando las 14
estaciones del camino de Jesús con la Cruz es una devoción popular muy antigua
que se practica especialmente en los tiempos de Cuaresma y Semana Santa.
[1674-1675]
Las 14 estaciones son:
1.-
Jesús es condenado a muerte.
2.-
Jesús carga con la cruz.
3.-
Jesús cae por primera vez.
4.-
Jesús encuentra a su Madre.
5.-
Simón de Cirene ayuda a Jesús a levar la cruz.
6.-
La Verónica limpia el rostro de Jesús.
7.-
Jesús cae por primera vez.
8.- Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.
9.- Jesús cae por tercera vez.
10.- Jesús es despojado de sus vestiduras.
11.- Jesús es clavado en la cruz.
12.- Jesús muere en la cruz.
13.- Bajan a Jesús de la cruz y lo entregan a su Madre.
Quien peregrina «ora» con los pies y
experimenta con todos los sentidos que toda su vida es un único gran camino
hacia Dios. [1674]
Ya
en el antiguo Israel se peregrinaba al Templo de Jerusalén. Los cristianos
retomaron esta costumbre. De este modo, especialmente en la Edad Media, surgió
un verdadero movimiento de peregrinaciones a los lugares santos (especialmente
a Jerusalén y a las tumbas de los apóstoles en Roma y Santiago de Compostela).
Con frecuencia se peregrinaba para hacer penitencia, y a veces la peregrinación
no estaba libre del falso pensamiento de que había que justificarse ante Dios
mediante una acción autotorturadora. Hoy las peregrinaciones experimentan un
renacimiento único. Los hombres buscan la paz y la fuerza que brotan de los lugares
santos. Están cansados del individualismo, quieren salir de la rutina diaria, liberarse
de lastres y ponerse en marcha hacia Dios.
Peregrinación juvenil a Luján
La canción "Los peregrinos" refleja la importancia del caminar en la fe cristiana.
La
veneración de reliquias es una necesidad humana natural, para mostrar respeto y
honor a personas veneradas. La veneración de reliquias es correcta cuando se alaba
la acción de Dios en personas que se han entregado totalmente a él. [1674]
Reliquia:
Reliquias (del lat. relictum resto, residuo)
son restos de los cuerpos de santos, así como objetos que usaron los santos a lo
largo de su vida.
274.- ¿Qué importancia
tiene la llamada «piedad popular»?
La piedad popular, que se expresa en la
veneración de reliquias, en procesiones, peregrinaciones y devociones, es una
forma importante de la inculturación de la fe que es buena en tanto sea eclesial,
conduzca a Cristo y no pretenda ganarse el cielo por medio de obras al margen
de la gracia de Dios. [1674-1676]
273.- ¿Practica la
Iglesia todavía hoy el exorcismo?
En todo Bautismo se realiza el llamado exorcismo
simple, una oración en la que el niño es sustraído del poder del maligno y es
fortalecido contra las «fuerzas y poderes» que ha derrotado Jesús. El exorcismo
solemne es una oración, mediante la cual, por el poder de Jesús, un cristiano
bautizado es sustraído a la influencia y al poder del maligno; este exorcismo
se realiza en contadas ocasiones y sólo después de un riguroso examen. [1673]
Lo que se representa en las películas como «exorcismo» no se
corresponde, en la mayoría de los casos, con la verdad de Jesús y de la Iglesia.
Se narra con frecuencia en los Evangelios que Jesús expulsaba demonios. Tenía
poder sobre poderes y fuerzas malignos y podía liberar a personas sometidas a ellos.
Jesús dio a los apóstoles «autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar
toda enfermedad y toda dolencia» (Mt 10,1). Lo mismo hace la Iglesia, cuando un
sacerdote, que ha recibido este encargo, pronuncia la oración del exorcismo
sobre una persona que lo solícita. Antes se excluye que se trate de un fenómeno
psíquico (estos asuntos son competencia del psiquiatra). En el exorcismo se
trata de rechazar una tentación y un asedio espiritual y de la liberación del
poder del maligno.
Los sacramentales son signos sagrados o acciones
sagradas por las que se confiere una bendición. [1667-1672, 1677-1678]
Ejemplos típicos de sacramentales son la imposición de la ceniza el
Miércoles de Ceniza, el lavatorio de los pies, el uso del agua bendita, la
bendición de la mesa, las palmas del Domingo de Ramos, la bendición de
diferentes objetos, las procesiones, el exorcismo y el rito de la profesión en
una congregación religiosa.
270.- ¿Qué actitud tiene
la Iglesia con los divorciados casados de nuevo?
Siguiendo el
ejemplo de Cristo, los acoge con amor. Pero quien, después de un matrimonio
canónico se divorcia y, en vida del cónyuge, establece una nueva unión, se
coloca ciertamente en contradicción con la clara exigencia de Jesús respecto a
la indisolubilidad del matrimonio. Esta exigencia no puede ser suprimida por la
Iglesia. La ruptura de la fidelidad está en contradicción con la Eucaristía, en
la que la Iglesia celebra precisamente la irrevocabilidad del amor de Dios. Por
eso no puede acceder a la sagrada comunión quien vive en una situación tan
contradictoria. [1665, 2384]
Lejos de tratar por igual todos los casos
concretos, el papa Benedicto XVI habla de una «situación dolorosa» y exhorta a
los pastores a «discernir bien las diversas situaciones, para ayudar
espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados» (Sacramentum
Caritatis, 29).
269.- ¿Pueden separarse
cónyuges que están peleados?
La Iglesia tiene un gran respeto ante la capacidad
que tiene una persona para mantener una promesa y para comprometerse en
fidelidad para toda la vida. Ella le toma la palabra. Cualquier matrimonio
puede correr peligro a causa de alguna crisis. El diálogo, la oración (en
común), a veces también la ayuda especializada, pueden ayudar a salir de la
crisis. Y en especial, el recuerdo de que en todo matrimonio sacramental hay un
tercero en la unión, Cristo, puede encender de nuevo la esperanza. Pero a quien
su matrimonio se ha vuelto insoportable, o a quien está expuesto a violencia
psíquica o física, le está permitido separarse. Esto se denomina una
«separación de mesa y cama», que debe ser comunicada a la Iglesia. Aunque en
estos casos se ha roto la convivencia, el matrimonio sigue siendo válido.
[1629, 1649]
Ciertamente también hay casos en los que la crisis de un matrimonio se
debe atribuir en último término a que uno de los cónyuges o ambos no eran
capaces de contraer matrimonio en el momento del enlace o no aportaban una
voluntad plena de contraerlo. Entonces el matrimonio es inválido en el sentido
jurídico. En estos casos se puede instruir un proceso de nulidad ante los
tribunales eclesiásticos.
268.- ¿Puede casarse un
católico con alguien de otra religión?
Para los católicos puede ser difícil, para la propia fe y para la de
los futuros hijos casarse y vivir con una pareja que pertenece a otra religión. Por responsabilidad ante los fieles, la Iglesia católica ha establecido
el impedimento para contraer matrimonio con disparidad de culto. Por eso un
matrimonio de este tipo sólo puede contraerse válidamente si antes del enlace
se obtiene la dispensa de este impedimento. Este matrimonio no es sacramental.
[1633-1637]
DISPENSA: Una
dispensa (del latín medieval- dispensare = conceder libertades) es en el
Derecho Canónico católico la liberación de una ley eclesiástica. Una dispensa
es competencia del obispo o de la Sede Apostólica.
267.- ¿Qué se hace
cuando un católico quiere casarse con un cristiano no católico?
En este caso, para la celebración del matrimonio hay que solicitar un
permiso expreso de la autoridad eclesiástica. Porque el matrimonio llamado
mixto (entre católico y bautizado no católico) exige por ambas partes una
fidelidad especial a Cristo, de forma que el escándalo, aun sin remedio, de la
separación de los cristianos no se continúe en pequeño y lleve quizás incluso
al abandono de la práctica religiosa. [1633-1637]
La diferencia de
confesión entre los cónyuges no constituye un obstáculo insuperable para el
matrimonio, cuando llegan a poner en común lo que cada uno de ellos ha recibido
en su comunidad, y a aprender el uno del otro el modo como cada uno vive su
fidelidad a Cristo.
Una boda debe celebrarse ordinariamente de modo público. Los
contrayentes son preguntados por su deseo de contraer matrimonio. El presbítero
o el diácono bendice los anillos. Los contrayentes intercambian los anillos y
se prometen mutuamente «fidelidad en la prosperidad y en la adversidad, en la
salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe», diciéndose el uno al
otro de modo solemne: «Yo prometo amarte, respetarte y honrarte todos los días
de mi vida». El celebrante confirma el enlace y otorga la bendición.
[1621-1624, 1663]
De la forma siguiente la Iglesia pregunta, en el rito del matrimonio,
primero al esposo y luego a la esposa, o a ambos.
Celebrante: N. y
N., ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?
Esposo/
Esposa: Sí, venimos libremente.
Celebrante: ¿Estáis
decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio
del Matrimonio, durante toda la vida?
Esposo/Esposa: Sí,
estamos decididos.
Celebrante: ¿Estáis
dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a
educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?
265.- ¿Todas las
personas están llamadas al matrimonio?
No todo el mundo está llamado al matrimonio. A algunas personas Jesús
les muestra un camino particular; les invita a vivir renunciando al matrimonio
«por el reino de los cielos» (Mt 19,12). También las personas que viven solas
por otros distintos motivos pueden tener una vida plena. [1618-1620]
No pocas veces Jesús llama a
algunas personas también a una cercanía especial con él. Éste es el caso
cuando experimentan en su interior el deseo de renunciar al matrimonio «por el
reino de los cielos». Esta vocación no supone nunca un desprecio del matrimonio
o de la sexualidad. El celibato voluntario sólo puede ser vivido en el amor y
por amor, como un signo poderoso de que Dios es más importante que cualquier
otra cosa. El célibe renuncia a la relación sexual, pero no al amor; sale
anhelante al encuentro de Cristo, el esposo que viene (Mt 25,6). Muchas
personas que viven solas por otros distintos motivos sufren por su soledad, la
experimentan únicamente como carencia y desventaja. Pero una persona que no
tiene que preocuparse de una pareja o de una familia, disfruta también de
libertad e independencia y tiene tiempo de hacer cosas importantes y llenas de
sentido para las que no tendría tiempo una persona casada. Quizás sea voluntad
de Dios que se ocupe de personas por las que nadie más se preocupa.
Lo que amenaza
realmente al matrimonio es el pecado; lo que lo renueva es el perdón; lo que lo
fortalece es la oración y la confianza en la presencia de Dios. [1606-1608]
El conflicto
entre hombres y mujeres, que precisamente en los matrimonios llega en ocasiones
al odio recíproco, no es una señal de la incompatibilidad de los sexos; tampoco
hay una disposición genética a la infidelidad o una limitación psíquica
especial ante compromisos para toda la vida. Ciertamente muchos matrimonios
están en peligro por la falta de una cultura del diálogo o la falta de respeto.
A ello se añaden problemas económicos y sociales. El papel decisivo lo tiene la
realidad del pecado: celos, despotismo, riñas, concupiscencia, infidelidad y
otras fuerzas destructoras. Por ello el perdón y la reconciliación forman parte
esencial de todo matrimonio, también a través de la confesión.
El
matrimonio es indisoluble por tres razones. Por un lado porque corresponde a la
esencia del amor el entregarse mutuamente sin reservas; luego porque es una
imagen de la fidelidad incondicional de Dios a su creación; y es también
indisoluble finalmente porque representa la entrega de Cristo a su Iglesia, que
llegó hasta la muerte en Cruz. [1605, 1612-1617, 1661]
En
un tiempo en el que en muchos sitios se rompen el 50 por ciento de los
matrimonios, cada uno que perdura es un gran signo, en definitiva un signo de
Dios. En esta tierra en la que tantas cosas son relativas, los hombres
deben creer en Dios, el único absoluto. Por eso todo lo que no es
relativo es tan importante: alguien que dice absolutamente la verdad o es
absolutamente fiel. la fidelidad absoluta en el matrimonio no es tanto
un testimonio del logro humano como de la fidelidad de Dios, que siempre está
presente, aun cuando a todas luces le traicionamos y le olvidamos. Casarse por
la Iglesia quiere decir confiar más en la ayuda de Dios que en la propia
provisión de amor.
Monogamia, Poligamia
(del griego monos = uno, polys muchos, y gamos =
matrimonio): Un matrimonio y muchos matrimonios. El cristianismo prohíbe la
poligamia, que también es castigada por el Estado como delito de bigamia
(griego bi dos).
262.- ¿Qué se requiere
necesariamente para poder casarse por la Iglesia?
Para que haya matrimonio sacramental se requieren necesariamente tres
elementos:
a) el consentimiento expresado en libertad,
b) la aceptación de una
unión exclusiva y para toda la vida y
c) la apertura a los hijos.
Pero lo más
profundo en un matrimonio cristiano es la conciencia de la pareja de ser una
imagen viva del amor entre Cristo y su Iglesia. [1644-1654, 1664]
La exigencia de la unidad y la indisolubilidad se dirige en
primer lugar contra la poligamia, en la que el cristianismo ve una clara
vulneración del amor y de los derechos humanos; también se dirige contra lo que
se podría denominar «poligamia sucesiva»: una sucesión de relaciones amorosas
no vinculantes, que no alcanzan un único y gran «sí» que ya no se puede echar
atrás. La exigencia de la fidelidad conyugal contiene la disposición a
un compromiso para toda la vida, que excluye relaciones amorosas al margen del
matrimonio. La exigencia de la apertura a la fecundidad quiere decir que
un matrimonio cristiano está abierto a los hijos que Dios les quiera conceder.
Las parejas que no pueden tener hijos están llamadas a ser «fecundas» de otra
manera. Un matrimonio en cuya celebración se excluya cualquiera de estos
elementos no es válido.
261.- ¿Cómo se lleva a
cabo el sacramento del Matrimonio?
El Sacramento del Matrimonio se lleva a cabo mediante una
promesa hecha ante Dios y ante la Iglesia, que es aceptada y sellada por Dios y
se consuma por la unión corporal de los esposos. Dado que es Dios mismo quien
anuda el vínculo del matrimonio sacramental, este vínculo une hasta la muerte
de uno de los contrayentes. [1625-1631]
El sacramento del
Matrimonio se lo confieren el hombre y la mujer recíprocamente. El presbítero o
el diácono invoca la bendición de Dios sobre la pareja y es únicamente el
testigo cualificado de que el matrimonio se celebra en las condiciones
adecuadas y de que la promesa se da completa y en público. El matrimonio sólo
tiene lugar cuando hay un consentimiento matrimonial, es decir, cuando
el hombre y la mujer, libremente y sin temor o coacción quieren el matrimonio y
cuando no están impedidos para contraerlo por otros compromisos naturales o
eclesiales (matrimonio ya contraído, promesa del celibato).
260.- ¿Por qué ha hecho Dios al hombre ya la mujer el uno
para el otro?
Dios ha hecho al hombre y a la mujer el uno para el otro para que «ya no sean
dos, sino una sola carne» (Mt 19,6): de esta forma deben vivir el amor, ser
fecundos y así convertirse en signo del mismo Dios, que no es otra cosa que
amor desbordante. [1601-1605]
259.- ¿En qué se
diferencia el sacerdocio común de los fieles del sacerdocio ordenado?
Por el Bautismo Cristo nos ha convertido en un reino de «sacerdotes
para Dios, su Padre» (Ap 1,6). Por el sacerdocio común, todo cristiano está llamado
a actuar en el mundo en nombre de Dios y a transmitirle su bendición y su
gracia. Sin embargo, en el Cenáculo y en el envío de los apóstoles, Cristo ha
dotado a algunos con un poder sagrado para el servicio de los creyentes; estos
sacerdotes ordenados representan a Cristo como pastores de su pueblo y cabeza
de su Cuerpo, la Iglesia. [1546-1553, 1592]
La misma palabra «sacerdote» usada para
expresar dos realidades relacionadas, pero con una diferencia «esencial y no sólo
en grado» (Concilio Vaticano II, LG), lleva a menudo a confusión. Por un lado
tenemos que darnos cuenta con gozo de que todos los bautizados somos
sacerdotes, porque vivimos en Cristo y participamos de todo lo que él es y
hace. ¿Por qué entonces no pedimos constantemente bendiciones para este mundo?
Por otra parte tenemos que descubrir de nuevo el don de Dios a su Iglesia, que
son los sacerdotes ordenados, que representan entre nosotros al mismo Señor.
258.- ¿Por qué la Iglesia
exige a los presbíteros y obispos una vida célibe?
Jesús vivió célibe y con ello quiso expresar su amor indiviso a Dios
Padre. Asumirla forma de vida de Jesús y vivir en castidad «por el reino de los
cielos» (Mt 19,12) es desde tiempos de Jesús un signo del amor, de la entrega plena
al Señor y de la total disponibilidad para el servicio. La Iglesia católica latina
exige esta forma de vida a sus obispos y presbíteros, las Iglesias católicas
orientales únicamente a sus obispos. [1579-1580, 1599]
El celibato, en palabras del papa Benedicto XVI, no puede significar «quedarse privados de amor, sino
que debe significar dejarse tomar por la pasión por Dios». Un sacerdotedebe, como célibe, ser
fecundo representando la paternidad de Dios y de Jesús. Además añade el Papa:
«Cristo necesita sacerdotes que sean maduros y varoniles, capaces de ejercer
una verdadera paternidad espiritual».
Celibato: El celibato (del latín caelebs que
vive solo) es el compromiso de una persona a permanecer soltera «por el reino
de los cielos». En la Iglesia católica realizan esta promesa especialmente
personas en comunidades religiosas (votos religiosos) así como en el clero
(promesa del celibato).
257.- ¿Es un desprecio a
las mujeres el hecho de que sólo los varones puedan recibir el sacramento del
Orden?
La decisión de que sólo los varones puedan recibir el
orden sagrado no es ningún desprecio a la mujer. Ante Dios, varón y mujer
tienen la misma dignidad, pero diferentes tareas y carismas. Para la Iglesia es
vinculante el hecho de que Jesús, al instituir el sacerdocio en la Última Cena,
eligiera exclusivamente a varones. El
papa beato Juan Pablo II declaró en el año 1994 que «la Iglesia no tiene en
modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y
que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la
Iglesia».
Como ningún otro hombre de la Antigüedad, Jesús revalorizó
provocativamente a las mujeres, les concedió su amistad y las tomó bajo su
protección. Había mujeres entre sus seguidores y Jesús valoraba mucho su fe. Al
fin y al cabo la primera testigo de la Resurrección es una mujer. Por ello
María Magdalena es denominada «apóstol de los apóstoles». Sin embargo, el sacerdocio ordenado y el ministerio
pastoral siempre se ha conferido sólo a varones. En el sacerdote varón la
comunidad ha de encontrar representado a Jesucristo. El sacerdocio es un
servicio particular que se vale del hombre también en su rol sexual de varón y
padre. Pero no es ninguna forma de superioridad masculina sobre las mujeres. Las
mujeres tienen una función en la Iglesia, como vemos en María, que no es menos
central que la de los hombres, pero es una función femenina. Eva fue madre de
todos los que viven (Gén 3,20). Como «madres de los que viven» las mujeres
tienen dones y capacidades singulares. Sin su modo de enseñanza, de anuncio, de
caridad, de espiritualidad y de cuidado de las almas, la Iglesia estaría «hemipléjica».
Allí donde los varones utilizan su ministerio sacerdotal como instrumento de
poder o no dejan entrar en juego a las mujeres con sus carismas específicos, faltan
contra el amor de Cristo y contra el Espíritu Santo.
256.- ¿Quién puede
recibir el sacramento del Orden?
Puede ser ordenado válidamente como diácono, presbítero y obispo el varón
bautizado, católico, que es llamado a este ministerio por la Iglesia. [1577-1578]
En la ordenación diaconal el candidato recibe el encargo de un
servicio propio dentro del orden. Porque representa a Cristo como el que no ha
venido a «ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt
20,28). En la liturgia de ordenación se dice: «En el servicio de la Palabra, del altar y de la caridad, el diácono está
disponible para todos». [1569-1571]
El prototipo del diácono es el mártir san Esteban. Cuando los apóstoles,
en la comunidad primitiva de Jerusalén, se vieron desbordados por la abundancia
de tareas caritativas, buscaron a siete hombres «para servir las mesas», que
fueron ordenados por ellos. Esteban, el primero en ser nombrado, actuó «lleno
de gracia y poder» a favor de la nueva fe, así como de pobres de la comunidad.
Después de que durante siglos el diácono haya sido sólo un grado del Orden en el
camino al presbiterado, hoy es nuevamente una vocación independiente para célibes
y para casados. Por un lado era preciso destacar con ello de nuevo el carácter
de servicio de la Iglesia, por otro se quería, como en la Iglesia primitiva,
poner junto a los presbíterosun estado que asuma determinados encargos
pastorales y sociales de la Iglesia. También la ordenación diaconal marca al
ordenado para toda la vida y de modo irrevocable.
Diácono: El diácono (del griego diakonos = servidor)
es el primer grado del sacramento del Orden en la Iglesia católica. Como dice el
nombre mismo, el diácono se compromete especialmente en al ámbito caritativo
(diaconía), sin embargo también enseña, da catequesis, proclama el Evangelio,
predica y asiste en el culto divino.
En la ordenación presbiteral el obispo invoca el poder de Dios sobre el
candidato al Orden. Ese poder marca a esta persona con un sello indeleble que
nunca le abandonará. Como colaborador de su obispo, el presbítero anuncia la Palabra
de Dios, administra los sacramentos y ante todo celebra la sagrada eucaristía.
[1562-1568]
En el transcurso de la Santa Misa, la ordenación sacerdotal comienza
con la llamada de los candidatos por su nombre. Después de la homilía del
obispo, el futuro sacerdote promete obediencia al obispo y a sus sucesores. La
ordenación propiamente dicha se realiza mediante la imposición de las manos del
obispo y la oración propia.
253.- ¿Qué importancia
tiene el obispo para un católico?
Un católico se
siente vinculado a su obispo; el obispo es también para él vicario de Cristo.
Además el obispo, que juntamente con los presbíteros y los diáconos, sus colaboradores
ordenados, ejerce el ministerio pastoral, es vicariamente el principio visible
y el fundamento de la Iglesia local (diócesis). [1560-1561]
En la ordenación episcopal se confiere a un presbítero la plenitud del
Sacramento del Orden. Es ordenado como sucesor de los apóstoles y entra en el
Colegio episcopal. Juntamente con los demás obispos y con el Papa es desde
entonces responsable de toda la Iglesia. La Iglesia le encomienda especialmente
las funciones de enseñar, santificar y gobernar. [1555-1559]
El ministerio episcopal es el verdadero ministerio pastoral en la Iglesia,
puesto que se remonta a los testigos primitivos de Jesús, los apóstoles, y
continúa el ministerio pastoral de los apóstoles instituido por Cristo. También
el Papa es un Obispo, pero el primero entre ellos y la cabeza del Colegio
episcopal.
251.- ¿Cuántos grados tiene el
sacramento del Orden?
El sacramento del Orden tiene tres grados: Obispo (episcopado), Presbítero
(presbiterado), Diácono (Diaconado). [1554, 1593]
Compartimos la "Oración de a mi sacerdocio" escrita por Monseñor Enrique Angelelli, que fuera obispo de La Rioja (Argentina). La misma está escrita en Roma, cuando el obispo celebraba sus 25 años de sacerdote. Amigo de Pablo VI (a quien menciona en el poema/oración), Angelelli se prepara para hacerse cargo de la Iglesia particular de La Rioja, donde será asesinado por denunciar la represión del gobierno militar, el 4 de agosto de 1976.
Oración de mi
Sacerdocio
Siento que mi tierra, dolorida y
esperanzada, reza y canta
con su historia, vida y mensaje...
Peregrina conmigo, en mi carne y
en mi sangre,
me parece escucharla con su chaya.
En esta Roma pecadora y fiel,
un día floreció en mí una Unción...
"Sacerdote para siempre"
me dijiste entonces, Señor.
Veinticinco años vividos por esos caminos
de Dios,
con mañanas de Pascua y tardes de dolor,
con fidelidades de hijo y debilidades
de pecador,
con las manos metidas en la tierra
del hombre...
de este pueblo tuyo que me entregaste,
Señor.
Mi vida fue como el arroyo...
anunciar el aleluya a los pobres
y pulirse en el interior;
canto rodado con el pueblo
y silencios de "encuentros"...
contigo... solo... Señor.
Mi vida fue como el sauzal...
pegadita junto al Río
para dar sombra nomás.
Mi vida fue como el camino...
pegadita al arenal
para que la transite la gente
pensando: "Hay que seguir
andando nomás".
Mi vida fue como el cardón...
sacudida por los vientos
y agarrada a Tí, Señor;
vigía en noches de estrellas
para susurrarle a cada hombre:
"Cuando la vida se esconde entre espinas,
siempre florece una flor".
Mi vida canta hoy dichosa a Ti, Señor...
Es misterio que se hizo camino
ya andado un buen trecho, Señor...
Mesa que acoge y celebra
los racimos ya maduros
que tu Sangre fecundó.
Todo esto soy yo, Señor...
un poco de tierra y un Tabor,
veinticinco años de carne ungida
con un Cayado, un pueblo y una Misión.
Hoy la tumba de Pedro es la Mesa
de esta Eucaristía, Señor...
en mis manos renace, como entonces,
la Nueva Carne del Amor.
Pablo, tu Vicario, me sale al encuentro
como un hermano mayor...
Me dice al oído: "Hermano,
confirmo tu Fe y tu Misión,
recibe el ósculo de la paz
y lleva a tu pueblo mi bendición".
Y... mientras se encienden las estrellas...
allá, lejos, sigue floreciendo el amor.
Por este Sacerdocio tuyo,
que es mio y de tu pueblo,
muchas gracias, Señor.
Es hora que me despida
de esta Roma que me ungió,
con un Credo agradecido
a la Iglesia que me engendró
y con la esperanza de María,
¡hasta La Rioja, Señor!
La Patria está gestando un hijo
con sangre y con dolor...
Lloran los atardeceres
esperando que el hijo nazca
sin odios y con amor.
Mi tierra está preñada de vida
en esta noche de dolor,
esperando que despunte el alba
con un hombre nuevo, Señor.
250.- ¿Cómo entiende la
Iglesia el sacramento del Orden?
Los sacerdotes de la Antigua Alianza consideraban su
tarea la mediación entre lo celestial y lo terreno, entre Dios y su pueblo.
Puesto que Cristo es el único «mediador entre Dios y los hombres» (1 Tim 2,5),
es él quien ha cumplido y finalizado ese sacerdocio. Despuésde
Cristo sólo puede existir un sacerdocio ordenado enCristo,
enel sacrificio de Cristo en la Cruz y a través de la
vocación de Cristo y la misión apostólica. [1539-1553, 1592]
El sacerdote católico que administra los sacramentos, no actúa por su
propio poder o en virtud de su perfección moral (de la que desgraciadamente
carece a menudo), sino «in persona Christi». El sacramento del Orden le
confiere el poder transformador, sanador y salvífico de Cristo. Dado que un
sacerdote no tiene nada por sí mismo, es ante todo un servidor. De aquí
que un signo para reconocer a un auténtico sacerdote sea el asombro humilde
ante su propia vocación.
Quien es ordenado
recibe un don del Espíritu Santo que le confiere un poder sagrado y que le es otorgado
por Cristo por
medio del obispo. [1538]
Ser presbítero o sacerdote no supone únicamente asumir una función o
un cargo. Mediante el Orden, el sacerdote recibe como don una fuerza particular
y una misión en favor de sus hermanos en la fe.
Los sacramentos al servicio de la comunidad y de la misión
248.- ¿Cómo se llaman los sacramentos al servicio de la comunidad?
Quien está
bautizado y confirmado puede además recibir en la Iglesia una misión particular
mediante dos sacramentos específicos y ser por ello tomado por Dios a su servicio; se trata del orden sacerdotal y del
matrimonio. [1533-1535]
Ambos sacramentos tienen algo en común, están ordenados a otras personas. Nadie
se ordena para uno mismo y tampoco nadie contrae matrimonio sólo para sí mismo.
El sacramento del Orden y el sacramento del Matrimonio deben construir el pueblo
de Dios, es decir, son un canal por medio del cual Dios hace llegar su amor al
mundo.
Se entiende por Viático la última sagrada comunión que
recibe una persona antes de morir.
[1524-1525]
Pocas veces es la comunión tan necesaria para la vida como en el
momento en el que un hombre se dispone a terminar su vida terrena. En el futuro
tendrá únicamente tanta vida como tiene en la unión (= comunión) con Dios.
246.- ¿Quién puede
administrar la Unción de los enfermos?
La administración
de la Unción de los enfermos está reservada a los obispos y presbíteros. Cristo
es quien actúa a través de ellos en virtud del Orden sacramental. [1516, 1530]
245.- ¿Qué efectos tiene la Unción de los enfermos?
La Unción de los enfermos otorga consuelo, paz y ánimo y une al enfermo, en su situación precaria y en su sufrimiento, de un modo más íntimo con Cristo. Porque el Señor pasó por nuestros miedos y llevó en su cuerpo nuestros dolores. En algunas personas, la Unción de los enfermos logra la curación corporal. Pero si Dios quiere llevarse consigo a alguien, la Unción de los enfermos le otorga la fuerza para todas las luchas corporales y espirituales en su último viaje. En cualquier caso, la Unción de los enfermos tiene el efecto de perdonar los pecados. [1520-1523, 1532]
Muchos enfermos tienen miedo ante este sacramento y lo retrasan hasta el último momento, porque piensan que es una especie de condena de muerte. Pero en realidad es al revés: la Unción de los enfermos es una especie de seguro de vida. Quien acompaña como cristiano a un enfermo debería quitarle todo falso miedo. La mayoría de los que están seriamente en peligro, presienten de forma intuitiva que en ese momento no hay para ellos nada mas importante que arrimarse rápida e incondicionalmente a aquel que superó la muerte y es la misma vida: Jesús, el Salvador.
Por esta Santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te concede la salvación y te conforte en tu enfermedad.
244.- ¿Cómo se administra la
Unción de los enfermos?
El rito esencial en la administración del Sacramento de la Unción de los enfermos en la Iglesia consiste en la unción de la
frente y las manos con el óleo sagrado, acompañada por las oraciones
correspondientes. [1517-1519, 1531]
243.- ¿Para quién esté destinado el sacramento de la Unción de los enfermos?
El Sacramento de la Unción de los enfermos lo puede recibir todo creyente que se encuentre en una situación crítica en su salud. [1514-1515, 1528-1529]
La Unción de los enfermos se puede recibir varias veces a lo largo de la vida. Por eso tiene sentido que también personas jóvenes soliciten este sacramento, por ejemplo cuando se someten a una operación grave. Muchos cristianos unen en este momento la Unción con una confesión general, porque en caso de muerte quieren entrar a la presencia de Dios con la conciencia limpia.
242.- ¿Por qué debe la
Iglesia preocuparse especialmente de los enfermos?
Jesús nos enseña que el cielo sufre cuando nosotros sufrimos. Dios
quiere ser reconocido incluso en «uno de estos mis hermanos más pequeños» (Mt
25,40). Por eso Jesús ha establecido el cuidado de los enfermos como tarea
central para sus discípulos. Los exhorta: «Curad enfermos» (Mt 10,8), y les
promete el poder divino: «Echarán demonios en mi nombre... impondrán lasmanos a los
enfermos, y quedarán sanos» (Mc 16,17-18). [1506-1510]
Uno de los rasgos determinantes del cristianismo ha sido siempre que
los ancianos, los enfermos y los necesitados de cuidados estén en el centro.
Madre Teresa, que cuidó de los moribundos en los suburbios de Calcuta, es sólo
una persona en una larga cadena de cristianos y cristianas que encontraron a
Cristo precisamente en aquellos que eran excluidos y evitados por los demás.
Cuando los cristianos son verdaderamente cristianos, brota de ellos un efecto
curativo. Algunos reciben incluso el don de curar corporalmente en la fuerza
del Espíritu Santo (carisma de la sanación).