281.- ¿Por qué anhelamos la felicidad?
Dios
ha puesto en nuestro corazón un deseo tan infinito de felicidad que nadie lo
puede saciar, sólo Dios mismo. Todas las satisfacciones terrenas nos dan
únicamente un anticipo de la felicidad eterna. Por encima de ellas debemos ser
atraídos a Dios. [1718-1719, 1725]
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